sábado

Dulces penas, dulce dolor y dulce tristeza

No ama a nadie, pero quiere que todos le amen. 
No ama, no quiere amar, para él, amar es mostrarse débil y ser dañado.
Nadie a quien amar es nadie a quien dañar.
No confía en nadie. Le miente a todos y por ello cree que todos le mienten. Entre sus mentiras, descubre que la verdad es un secreto a voces.
Para él todo es un juego, todo es una broma.
Al llegar era solo uno más entre los extraños, ahora sus palabras naufragan en el camino de su boca a tus oídos, como si las devorara el tiempo.
Sean palabras que se lleve el aire y sentimientos que se lleve nadie.